Bajones.

¿Por qué? La gran pregunta que todos nos hacemos y a la que no siempre encontramos respuesta.

En ocasiones, estos son una simple muestra de cansancio, otras un aviso de inestabilidad o quizás, solo seas tú. Sí, tú. Ese ser humano que tiene sus momentos malos pero que a pesar de las caídas siempre aprende a levantarse. Ese que se equivoca una, dos e incluso tres veces hasta que salta el bache. Ese que tiene miedo y le aterra lo nuevo. Ese que en ocasiones se encuentra sumido en una oscuridad aterradora en busca de una luz que ilumine su camino. Pero ese ser humano también es sabio, es fuerte, es audaz, es comprensivo y es empático. Es muchas cosas y siento ser yo quien os lo diga, pero tener bajones no es malo. De hecho son los que de verdad nos ayudan a madurar y a crecer como personas así que acéptalos y espéralos impaciente, pero no le temas porque son los que van a estar contigo pase lo que pase para darte una nueva lección de vida que más tarde se convertirán, en tus puntos fuertes.

Alguien muy sabio, a pesar de que él siempre me lo niegue, me dijo que los bajones son realidades escondidas tras una cortina que ha sido abierta, dejando así a la vida desnuda. No dejes que se cubra y rompe el tambor de la persiana. Quizás no desaparezcan, pero es que no queremos que lo hagan, porque estamos hechos de defectos y virtudes. Él, cada día, me ayuda a quebrarla, y ahora es mi momento de ayudaros a vosotros.

Antes de terminar quiero agradecerle por ayudarme a amar mis bajones y hacer que me echen de menos pero recordad, pase lo que pase, lo malo no es caer, sino no levantarse.